
En el trabajo (sí, porque además de tocar las maracas e ir de bolos también tengo lo que en algunos ambientes se denominaría un "trabajo digno"). Digo, en el trabajo llevo tiempo escuchando, como si fuera un mantra constante, cansino, persistente, la situación en la que se encuentran las hipotecas: que si sube eso llamado euribor, que si baja, que si 20 más al mes, que si 100 menos al año, que si me da para una cenita, que si el nene se ha quedado sin cumpleaños.
Ante semejante panorama sieeempre me toca salirme por la tangente: yo no tengo hipoteca.
Los que me conocen ya lo saben, y me tienen por caso perdido. Los que no me conocen, en cambio, tardan tiempo en reaccionar. No están acostumbrados. En seguida me asocian a una especie de parásito que holgazanea en casa de sus padres, o bicho raro de la sociedad que vive dentro de un barril.
Piensan, obviamente, que estoy haciendo una dejación de funciones con mi banco por no ir a cortejarle en busca del compromiso permanente que supone semejante vínculo; que en el fondo soy un irresponsable inmaduro e infantil, incapaz de darse cuenta de mis obligaciones como ciudadano en ese "factor multiplicador del dinero" que es un banco. "¡Cómo puede ser!" exclaman ellas; "¡Es alucinante!" gritan ellos; y mientras me doy la vuelta me sacan una foto disimuladamente para enseñarsela a los demás: "...este es el que te dije que no tenía contraida hipoteca... no debe ser de este mundo... es raro raro raro".
No, no tengo hipoteca... No me interesa. En términos económicos puramente matemáticos no me interesa sobre todo por el coste de oportunidad que supone. No, no me intesa y vivo de alquiler (cuando digo esto la gente se hace una imagen mental de mí quemando billetes de 500 euros o tirándolos por la ventana): "¡Estás tirando el dinero!!" que no, que no es eso... que lo tengo todo muy estudiado... "Pero todo el mundo tiene una hipoteca, sólo viven de alquiler los que no pueden acceder a una hipoteca!!" Que no, que no es eso... que está todo calculado. "Pero el dogma! El dogma! La hipoteca!" Que no, que a mi no me salen las cuentas... Sin ir más lejos el año pasado pude negociar una rebaja del alquiler de casi el 20% debido la situación económica (vamos, que o me rebajaba o me iba a otro piso). Es sólo un punto en consideración. Si tenemos en cuenta el plazo de amortización de la hipoteca, el valor residual del inmueble, los gastos y compromisos de pago derivados de la propiedad, la inestabilidad económica provocada por un gobierno suicida, la inflación del parque inmobiliario, etc. sumado a mi naturaleza nómada, a mi lo de la hipoteca no me sale.
En fin, la coyuntura propia es intransferible, pero siempre he pensado que otros mundos son posibles más allá del tópico económico, y este es un frente que mantengo abierto. Mi análisis financiero me dice que de aquí a uno 15 años el tiempo me habrá dado la razón. Sino, no pasa nada, de verdad.
Amelio.