miércoles, 30 de enero de 2013

ADIÓS ÚLTIMO MARTES DE ENERO

Martes por la noche ¡prueba superada! al final el día ha sido tan desagradable (o mucho más) de lo que esperaba. Creo que tengo que aprender de mis intuiciones: hoy tenía programada una reunión por la tarde que sabía o intuia que no iba a ser agradable, y admás se me estaban agolpando peligrosamente varios asuntos de trabajo que cada vez resultan más urgentes de sacar adelante y que todos en un día no iban a poder salir. Esa inquitud me ha hecho dormir mal esta noche. Pero es que además he tenido una mañana terrible en la que, nada más empezar el día, cuando me disponía a emprender una de esas tareas tan urgentes llegó una inesperada y desagradabilisima visita que me interrumpió y dejó la tarea ahí abierta todo el día en segundo plano y sólo la he vuelto a ver al finalizar el día cuando he ido a cerrar el ordenador ¡qué frustración! Además, -y eso es lo que más me ha irritado-, algunos miembros de mi equipo han estado de lo más impertinente y hoy más que aliados se han comportado como enemigos...me duele especialmente porque sé que es deliberado y con toda la mala intención de incordiar, molestar, y hacer patente su malestar. Pero en fin, sé que tienen sus días, y forman parte de un equipo en el que no sobra nadie y del que no podría renunciar de ninguna manera a pesar de que de vez en cuando tengas días como éste.

Llega la noche y a pesar de las reuniones imprevistas y los disgustos, tengo la satisfacción de haber llegado airoso al final, haber avanzado algo en la más urgente de las tareas pendientes y enfrentarme a un día, mañana, que se promete más tranquilo. Y sobretodo el desquite de haberme dado un paseo con mi señora de camino a casa, alli haberme dado un baño de cariño filial, y cuando estaban los niños acostados, habernos ido juntos a echar una carrerita para cenar con ganas y dormir cansados...

Llega la noche, el sofá, no queda nada por hacer en el día de hoy; en estas horas no recibiré llamadas impertinentes y nadie ni nada interrumpirá lo que tengo que hacer, que por lo demás, es descansar.

Otra cosa que me hace sentir satisfecho es que estamos a punto de quitarnos de encima enero. No sé porqué, todos los años me pasa que cuando supero enero es como si el año entero estuviera ya en el saco... no sé, como un barco que tras los primeros minutos de viaje sale del puero a mar abierto y toma el rumbo definitivo y la velocidad de crucero, y a partir de ahí ya todo está hecho salvo que haya que atender imprevistos. Sé que es una seguridad tonta y más en estos tiempos de zozobra constante e incertidumbre. Pero supongo que yo soy muy de aferrarme a ilusiones tontas como ésta para tirar hacia adelante.

jueves, 24 de enero de 2013

HERE COMES THE SUN



Es demasiado pronto para afirmar que ya está aquí el sol. En cualquier sentido, lo sé. Pero únicamente quiero dejar constancia aquí de que esta fría semana de enero en la que un sol que no calienta apenas se ha dejado ver un par de veces, la cancioncilla no me ha abandonado. Ha sido un descubrimiento, o mejor dicho, un re-descubrimiento. Porque como todas las canciones de los Beatles la habré oído un millón de veces, pero no la había prestado atención hasta ahora. Y su letra, que me encanta, la encuentro apropiada para este momento del año y, por qué no, de mi vida. Y es que hay indicios, lejanos, si, pero si te fijas bien en algunas ramas de los árboles que perdieron sus hojas en octubre ya hay unas diminutas yemas que pronto serán hojas y flores... pero es verdad que aun falta. Aun tienen que venir días oscuros de lluvia, nieve, y ventisca... días sin esperanza.

Decir ahora que ya viene el sol es temerario. Es como si con las primeras claridades de la madrugada, en verano, cuando la luz que precede al sol aparece horas antes que el propio sol y el día que vendrá apenas es una penumbra que se vislumbra en el horizonte, uno se pusiera a cantar todo contento "aquí viene el sol". Si, es verdad es un signo de que la noche ya termina, pero si no estuvieras desesperado por ver nacer el día te irías a la cama tan contento y ya te levantarás un par de horas después cuando de verdad haya salido el sol, que si no el día se hace muy largo, muy pesao.

Pero bueno, aun a riesgo de desesperar en la espera yo ahí lo dejo: "here comes the sun".

lunes, 21 de enero de 2013

INVIERNO

El invierno es a las estaciones lo que la noche -más concretamente la madrugada- al día: El periodo inmediatamente anterior está lleno de forofos, a la gente nos encanta el otoño, con sus hojas secas, los colores amarillos, verdes y rojos a la vez; el olor a leña y los últimos rayos de sol capaces de dar calor, los días que languidecen, el regreso al hogar. Es igual que en el día la llegada de la noche: la hora del descanso, del hogar, de sentarse después de cenar a ver un película en la tele o irse a la cama a leer. El momento del día en el que ya no queda nada por hacer más que descansar ¿a quien no le gusta la noche?

Y lo mismo pasa con lo que viene después del invierno o de la madrugada: la primavera y el amanecer. El despertar, el volver a comenzar... todo un día por delante con todas sus promesas; toda un año por delante con su nacer, germinar sus cosechas, su verano, sus lluvias...y los colores de la primavera la alegría de volver a ver el sol, las flores...

Pero el invierno, como la madrugada, es el tiempo despreciado. Esta claro que en algún momento hay que descansar, y el hombre -como animal que es- ha elegido la noche como ese momento del día del que se puede prescindir. De manera que uno no se topa con él salvo de casualidad: un día que te quedas cuidando de un enfermo en un hospital -por ejemplo- y sales relevado a las seis de la mañana y descubres tu ciudad como nunca la habías visto; oyes resonar tus pasos, por silenciosos que quieras que sean, en toda una calle en la que nada mas que tu, rompe el silencio. Y eso te maravilla: poder andar toda una calle cuan larga es sin cruzarte con nadie -acaso algún gato despistado- ni ningún coche, ni ningún ruido... das la vuelta  al esquina y oyes el susurro del agua en una pequeña fuente que siempre ha estado ahí pero que jamás habías oído enterrada bajo el ruido de los coches y las gentes. Sin embargo ahora es lo único que se oye en toda la plaza. Es mágico. Recorres la ciudad, la misma ciudad que conoces tan bien, pero la sientes completamente distinta, como transformada, como si vieras los decorados de una obra de teatro, sin actores ni representación que te distraigan de apreciar cada detalle del decorado.

Pues con el invierno y el campo pasa lo mismo. Uno tiene la sensacion de estar visitando un plató de televisión o un teatro en el que todo está dispuesto para la función menos los actores. Están cerca, dormidos, pero no se los ve y uno puede ver las tripas desnudas y silenciosas de ese colorido y ruidoso espectaculo que en la ciudad es el día y en cuestión de unos pocos meses o semanas tendrá lugar en el campo y que es la primavera.

Es mágico atravesar pinares o páramos, riberas y cauces de canales o acequias desnudas, envueltas en la mortecina luz pálida del invierno, tamizada por las nieblas tan de aquí. Todo húmedo, frio, silencioso y quieto. Y recorrer los lugares que conoces tan bien, ahora mudos, dormidos. Es mágico.