Se ocultó como pudo entre los arbustos. El calor era incesante. Se impregnó de barro hasta arriba, con cuidado de no llenar de mierda su arma. Miró el cargador. Sólo cuatro proyectiles.
Esperó, hasta que los amarillos siguieron su camino y no sospecharon nada.
Esperó otra hora. Se puso en pie y avanzó, por las coordenadas previstas, hasta el lugar de recogida. Oculto entre la maleza estaba el pequeño helicóptero de rescate. Arrancó y se elevó, poniendo rumbo a la creciente tormenta que amenazaba por el norte.
Al acercarse a ella todo se puso negro, y se sintió como morir.
A lo largo del día, en la oficina, su mente volvía a traicionarle, diciendo frases en vietnamita que no conocía, y se sorprendía dibujando partes de armas, así como trazando rutas de huída por bosques y meandros de ríos. Cada vez que se sobresaltaba echaba mano al costado, buscando una pistola colgada de la sobaquera que nunca encontraba…
Al anochecer seguía dando vueltas a todo. Hasta que se concentró en lo que tenía entre manos, una hermosa mujer de tez rosada. Su aliento era una fresca brisa. Olores de jazmín y rosas embriagaban su ánima. Su piel era dulce y suave, y él se complacía al pensar que ni un ángel tendría nunca una piel así. Cabellos suaves, sedosos, caían en cascada oscura por su espléndida figura, tapaba sus generosos pechos y se encrespaba por su espalda.
Aunque a veces tuviera movimientos rudos, ella siempre respondía con gracilidad y una enorme sonrisa en su precioso rostro.
Al acercarse a ella todo se puso negro. Gritó de rabia, y se sintió como morir.
Al despertarse calentó café, y se sorprendió fumando un cigarrillo. Caminó hasta la oficina con un regusto a jazmín que no sabía de dónde provenía.
Sin saber qué le depararía la noche…
Esperó, hasta que los amarillos siguieron su camino y no sospecharon nada.
Esperó otra hora. Se puso en pie y avanzó, por las coordenadas previstas, hasta el lugar de recogida. Oculto entre la maleza estaba el pequeño helicóptero de rescate. Arrancó y se elevó, poniendo rumbo a la creciente tormenta que amenazaba por el norte.
Al acercarse a ella todo se puso negro, y se sintió como morir.
A lo largo del día, en la oficina, su mente volvía a traicionarle, diciendo frases en vietnamita que no conocía, y se sorprendía dibujando partes de armas, así como trazando rutas de huída por bosques y meandros de ríos. Cada vez que se sobresaltaba echaba mano al costado, buscando una pistola colgada de la sobaquera que nunca encontraba…
Al anochecer seguía dando vueltas a todo. Hasta que se concentró en lo que tenía entre manos, una hermosa mujer de tez rosada. Su aliento era una fresca brisa. Olores de jazmín y rosas embriagaban su ánima. Su piel era dulce y suave, y él se complacía al pensar que ni un ángel tendría nunca una piel así. Cabellos suaves, sedosos, caían en cascada oscura por su espléndida figura, tapaba sus generosos pechos y se encrespaba por su espalda.
Aunque a veces tuviera movimientos rudos, ella siempre respondía con gracilidad y una enorme sonrisa en su precioso rostro.
Al acercarse a ella todo se puso negro. Gritó de rabia, y se sintió como morir.
Al despertarse calentó café, y se sorprendió fumando un cigarrillo. Caminó hasta la oficina con un regusto a jazmín que no sabía de dónde provenía.
Sin saber qué le depararía la noche…
8 comentarios:
Más que como pesadilla lo etiquetaría como experimento.
Es muy original.
Una sola apreciación, en el cargador no se introducen proyectiles sino cartuchos.
Es lo bonito de un sueño, Sr. Subdire, que en un cargador cabe lo que la imaginación ponga en ese momento...
Sus sueños serían un festín para un psicoanalista... siempre la misma pauta... una mujer a la que amar... un trabajo asfixiante... armas... una angustia que persigue... y la vuelta a la monotonía con el pitillo en la mano recordando...
En este post parece que la pesadilla es la vida y el sueño mientras duerme...
C´est la vie, Sita Sandra...
Que sueños tiene usted Rocco, qué sueños... que hasta huelen a jazmín.
Pero, porqué las mujeres de todos ellos, tienen siempre las tetas grandes?
Siga soñando, que la vida es bella, pero los sueños son el reflejo de nuestros deseos.
Y no deje nunca de contárnoslos.
.. que tambien se puede soñar despierto.
Es muy bueno y original, Sr. Lampone, y me recuerda a una escena de Rambo.
El Sr.Lampone tiene sueños ASÍN, pero os aseguro mujeres solteras del mundo que es un tipo genial y muy divertido.
Sobre los pechos grandes Nagore..........hummm voy a preparar una entrada sobre "canalillos" en mi blog, voy a necesitar fotos de voluntarias anónimas.
Supongo que dependerá del tipo de cargador, pero yo diría que en principio los proyectiles le van genial a los cargadores (acepción 6).
Me gustó el relato. Un saludo.
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