lunes, 2 de abril de 2012

POLÍTICA Y PRINCIPIOS

Está de moda decir que los políticos no tienen principios. Los últimos años es como una constante en progresión. Pero cada vez se impone más el matiz de que los que no tienen principios son las personas más aptas para ejercer la política, siempre que no rebasen determinadas apariencias de honestidad. Son los que se adaptan a los tiempos, legislan según las necesidades que identifican en su electorado (y en el electorado del oponente), nadan en distintas aguas para luego guardar la ropa. Saben decir que sí a todo el mundo (con lo que gusta eso a ambas partes), y departen con fruición sobre cualquier tema incidiendo en lo atinado de sus aciertos con base a un presupuesto compuesto por dinero que "no es de nadie".

En el lado contrario se encuentran los "talibanes", los "integristas", los "dogmáticos", aquellos que, ya se sabe, son gente de principios, previsibles y aburridos. Gente que cree saber a dónde va, que impone sus mayorías, que abusa de la democracia, que usa las manifestaciones para limpiar literalmente las calles, que tiene hijos, y se casa, y celebra cosas sin romper farolas ni cristales, ... Gente que ha olvidado lo divertido que es engañarse hasta a uno mismo y echarle la culpa a los demás.

1 comentario:

Al Neri dijo...

En efecto, en la política con minúsculas que padecemos, la flexibilidad, el centrismo, el relativismo y la falta de principios inmutables parecn requisitos indispensables para prosperar.