jueves, 12 de abril de 2012

TOCAR O ESCUCHAR

A mi me encanta escuchar buena música, disfruto y me deleito, a veces la consumo con voracidad como quien se da un atracón de hamburguesas en el Burguer King, y otras veces me gusta deleitarme con una pequeña pieza, una canción, buscando y preparando el momento oportuno como quien, siguiendo con el ejemplo de la comida, introduce pequeñísimas cantidades en la boca y deja que se deshagan en el paladar disfrutando de cada matíz. Sea como fuere y de cualquiera de las maneras, me encanta escuchar buena música (y comer también, calro).

Con la música me pasa que me entran unas ganas terribles de tocarla... me encantaría. Pero toda vez que lo he intentado ha sido un desastre; es como si entre la música y mis dedos se hubiera levantado un muro infranqueable de torpeza y descoordinación... así que desisto y me conformo con escucharla. Pero siento que me pierdo la música con mayúscuulas: poderla interpretar, ¡hacerla!. Tiene que ser maravilloso.

Con la escritura me pasa algo parecido sólo que gracias a (o por culpa de) la Educación General Básica y el Bachillerato Unificado Polivalente que estudié, resulta que sí me veo capaz de poner una letra tras otra formando palabras que puestas unas delante de otras forman frases con más o menos sentido, pero la melodía que resulta es tan estridente que mejor me callo y eso acabo por hacer... pero como me paso el día leyendo, y leyendo cosas buenas, me entran unas ganas atroces de escribir y escribir... luego me acuerdo de lo mal que se me da y opto por quedarme callado y dedicarme sólo a escuchar las melodías de los demás.

Y así me ando. Pero hoy no me aguantaba y me he dicho ¡coño, eso lo podría haber escrito yo! ¡pienso igualito! y ala, ¡a desbarrar! y aunque no se trata de hablar de la semana santa ni de nada de lo que otros han escrito estos días por ahí, este post es para mi una forma de romper el hielo.

Antes de dar por roto el hielo del todo, no quiero dejar en el tintero una reflexión que me ha venido esta tarde a la cabeza cuando comparaba lo de leer y escribir con tocar música y escucharla. Y es que hay alguno por ahí que en su día oyó una melodía, se emocionó y aprendió lo suficiente como para tocar algo que sonara medianamente parecido, y desde entonces, oye, que no para; que el tío como vió que a la gente le gustaba, no hace más que tocar una y otra vez lo mismo que entonces aprendió. Como toca de oído a veces desafina pero no le importa porque él ve que le siguen echando monedillas... lo malo es que si te paras en la calle a escucharle un rato en seguida descubres el pastel ¡el tío toca una y otra vez lo mismo, y encima mal! de lejos sonaba bien, si, pero en cuanto te acercas un poco ¡aburre! pues eso.

1 comentario:

Al Neri dijo...

Yo una vez intenté aprender a tocar la guitarra y desistí debido a mi torpeza digital.

Con la escritura, Don Chirly, hace usted mucho más que juntar letras, y me alegro de que los chancleros hayan vuelto a la carga con la debida asiduidad.