Cada tarde de lluvia me acuerdo de ella. De su voz. De los paseos que dábamos, cogidos de la cintura. De su cosquilleo nervioso cuando le susurraba algo al oído. De su olor, divina tortura.
Y de sus manías adivinatorias y supersticiones.
- Cariño, el coche negro no, que trae mala suerte.
- Uyyy, ¿has roto el espejo del baño?, quita, hay que llamar a Borja Pablo a que nos inmunice la casa…
Cuando íbamos por la calle y un vendedor de la Once nos daba un boleto, mientras yo pagaba veía cómo ella, con el puño cerrado, sacaba el pulgar entre el dedo índice y el corazón mientras mascullaba: “…taf, tafio, anaquendavit…”
Al salir de casa siempre miraba para no cruzarse ni con un tuerto ni con un gato negro.
Cada dos por tres, en la cena o en la comida, derramaba o tiraba descaradamente una copa de vino, con la historia de que traía buena suerte.
O los sustos que me pegaba en la intimidad, cuando nos acaramelábamos y yo veía que llevaba la ropa interior del revés, para ahuyentar a las brujas.
Por no hablar de sus manías en las reuniones. Padecía triscaidecafobia, miedo al número trece. Siempre que estábamos reunidos, si éramos trece, o echaba a alguno o buscaba a uno más, de donde pudiese.
Una tarde lluviosa entramos a tomar café, después de haber pasado la lotería por la cintura de su hermana embarazada. Sorbiendo café, la pregunté:
- Cariño, ¿sabes leer los posos del café?
- Si, caramelito, sabes que sí- exclamó emocionada
- Pues lee estos!- dije, mientras le tiraba los restos de café a la cara…- y vete a tomar por el culo, jodía majadera.
Se quedó perpleja. Mientras me alejaba, arrancó a llorar.
Me despidieron del trabajo. Mi coche se averió. Medio piso casi se me derrumba.
Cada tarde de lluvia me acuerdo de ella.
Sobre todo cuando tomo café.
Y de sus manías adivinatorias y supersticiones.
- Cariño, el coche negro no, que trae mala suerte.
- Uyyy, ¿has roto el espejo del baño?, quita, hay que llamar a Borja Pablo a que nos inmunice la casa…
Cuando íbamos por la calle y un vendedor de la Once nos daba un boleto, mientras yo pagaba veía cómo ella, con el puño cerrado, sacaba el pulgar entre el dedo índice y el corazón mientras mascullaba: “…taf, tafio, anaquendavit…”
Al salir de casa siempre miraba para no cruzarse ni con un tuerto ni con un gato negro.
Cada dos por tres, en la cena o en la comida, derramaba o tiraba descaradamente una copa de vino, con la historia de que traía buena suerte.
O los sustos que me pegaba en la intimidad, cuando nos acaramelábamos y yo veía que llevaba la ropa interior del revés, para ahuyentar a las brujas.
Por no hablar de sus manías en las reuniones. Padecía triscaidecafobia, miedo al número trece. Siempre que estábamos reunidos, si éramos trece, o echaba a alguno o buscaba a uno más, de donde pudiese.
Una tarde lluviosa entramos a tomar café, después de haber pasado la lotería por la cintura de su hermana embarazada. Sorbiendo café, la pregunté:
- Cariño, ¿sabes leer los posos del café?
- Si, caramelito, sabes que sí- exclamó emocionada
- Pues lee estos!- dije, mientras le tiraba los restos de café a la cara…- y vete a tomar por el culo, jodía majadera.
Se quedó perpleja. Mientras me alejaba, arrancó a llorar.
Me despidieron del trabajo. Mi coche se averió. Medio piso casi se me derrumba.
Cada tarde de lluvia me acuerdo de ella.
Sobre todo cuando tomo café.
10 comentarios:
Todo eso de las supersticiones me parece de gente profundamente idiota. Otra cosa es que haya gente con una suerte natural u otros que te gafan (en mi grupo de amigos hay uno que gafa a todo el mundo y que tiene una suerte increíble en todo pero creemos que porque está endemoniado: ¡¡¡hay pruebas!!!).
O por ejemplo, la Vicebruja, que siempre hace llover o nevar en las manifas contra el Desgobierno.
Reconozco que es un tema que a veces pone los pelos de punta, pero que generalmente es una estupidez como un piano...
Necesita el número del Padre Carras?
Buenísimo Rocco.
Se echan de menos más entradas suyas.
P.D Buenas noticias, pero en clave:
El pájaro blanco blanquísimo ha encontrado nido en tierras cálidas por usted añoradas.
No creo en las supersticiones, creo en las señales. Siempre le busco la vuelta a las cosas porque considero que han tenido que pasar por algún motivo.
Estupendo relato Rocco. Un placer como siempre.
Me he partido de risa, yo quería escribir sobre este tema porque tengo alguna amiga muy supersticiosa, y una en particular que yo me meo con cada cosa nueva que le descubro. Yo le digo que me cuente todas esas cosas que dan mala suerte para hacerlas, y es que en todo caso me gusta tentar la suerte. Me encanta cruzarme con un gato negro, (y así encima si luego te pasa algo negativo ya tienes a quién echarle la culpa...) o pasar debajo de escaleras...
Siempre le digo que sus supersticiones no son mas que manías que le limitan la vida.
"!vete a tomar por el culo, jodía majadera!"
Llevo todo el día partiéndome. A mas de una y mas de uno le espetaba yo esa salida. Eso si que es cortar finamente un arelación.
Pienso que en el fondo todos tenemos algún tipo de superstición, aunque sea de manera inconsciente, o por que de manera totalmente irracional pensamos que bajo determinado ritual las cosas nos salen mejor.Parece que no, pero muchos de los compradores de marcas pijas actuan bajo este tipo de influjo: es la marca la que da la fuerza.
Hay una película... de Nicolas Cage... Family Man. Me recuerda a esa escena en la que Jack Campbell va a un centro comercial a comprarse un traje de 600 (o 6000) dólares para recuperar su autoestima, diciendo que el es traje (la marca) la que da la fuerza para hacer bien el trabajo (¿El caballo hace al caballero?). ¿No es esta una forma de superstición socialmente admitida en una economía de mercado?
Bienvedido y bienhallado.
Se le echaba en falta. Y más a sus post.
"- Pues lee estos!- dije, mientras le tiraba los restos de café a la cara…- y vete a tomar por el culo, jodía majadera." jajajaja
Yo también pienso como Boooz que todos tenemos alguna manía/superstición irracional.
La de estudiantes que me han dicho lo de no contar los leones de la plaza de la Universidad para no suspender (¡tapándose los oídos mientras yo contaba hasta 20!).
Y sobre todo hay costumbre de hacer las cosas de una manera y no de otra sin que haya en ello ningún beneficio objetivo: Rafa Nadal colocando de forma milimétrica sus botellitas de agua en los partidos; Al Neri encendiendo y apagando las luces 3 veces antes de entrar en una habitación; gente que se ducha todos los días... en fin, un sindiós.
Es lo que hay, que diría aquél.
Saludos a todos.
Paso cada dia más de treinta veces bajo una escalera, no tengo manías, nada en contra de los gatos, como de todo y carezco de tic nervioso y repetitivo alguno.
Siempre he creido que las supersticiones son propias de gente inculta y demasiado crédula.
Pero sí, hay algo de la que huyo como de la peste, de "las personas negativas", nunca traen nada bueno, lagarto-lagarto.
Siempre he tenido el pleno convencimiento de que las cosas me pasan, sencillamente, porque yo me las busco, me las propongo o me esfuerzo en conseguirlas, tanto si me convienen como si no. O porque simplemente... pasaba por allí.
No creo que nadie me ponga velas ni me haga conjuros ni me emponzoñe. Mmmmmmmmmmmm... o si?
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