lunes, 15 de noviembre de 2010

DE MAR Y GUERRA


Desde hace unos meses me sumerjo cada noche en un mundo de madera y mar salada en el que el capitán de navío Jack Aubrey, y su amigo Stephen Maturin, habitan y recorren, a bordo de diversos barcos de Su Majestad el Rey Jorge III, los siete mares de principios del siglo XIX. Aunque se trata de ficción, muchas de las batallas, conflictos y escaramuzas en las que se ven envueltos fueron reales, sólo que suplantan con su identidad ficticia las de los auténticos personajes que participaron en ellas. Creo que a eso se le llama novela histórica.

No tengo experiencia en este género, pero me resulta fascinante teclear en google el nombre de un barco contra el que se enfrentan, o cualquier dato que se aporta en la novela, y descubrir que todo lo que estás leyendo fue real y está profusamente documentado. O al revés, descubrir en la novela detalles y aspectos que no figuran en los libros convencionales de historia. Ya que si algo destacan de éste autor es precisamente su rigor histórico y la profunda labor de investigación que llevó a cabo antes de abordar cada una de sus novelas, sacando a la luz detalles y aspectos prácticamente desconocidos.

Aunque la cosa histórica es sólo la guinda del pastel. Porque el pastel es la novela en sí. Es como si leyeras El Señor de los Anillos pero con el aliciente de que los hechos que se cuentan, además de ser apasionantes, fueran reales y estuvieran ahí, en las bibliotecas. Me flipa conocer en detalle cómo eran las cosas hasta hace cuatro días (si cojes a dos tipos que hayan vivido cien años, te plantas ahí): para gobernar un barco de 74 cañones hacía falta una tripulación de 600 hombres, literalmente hacinados en auténticos ataudes flotantes. Lo de los cañones era para lanzar a lo bestia pedruscones de hierro de quince kilos que destrozaban la madera de que estaban hechos aquellos barcos, lanzando astillas al rededor; cortando brazos, cuellos, torsos y cuanto pillaran cerca y eso cuando no daban de lleno a cualquiera que anduviera por ahí (cosa fácil con tanta gente tan junta). Sin antibióticos y con una medicina errática, cualquier enfermedad podía mandar en pocas semanas a 200 de esos hombres al fondo del mar, convertidos en comida para peces; cualquier viaje que hoy hacemos en dos horas de avión eran meses de peligrosa travesía y aislamiento total... en fin, asombroso.

Lo malo es que no es una novela, sino una interminable serie de 21 títulos (y eso que el autor ya palmó... ). Por si os interesa: el autor es PatrickBrian, y el título de la primera: "Capitán de mar y guerra", en inglés "Master and Comander" ¿os suena? pues esa, si.

Por cierto, enganchado a la cosa náutica me leído un par de Trafalgares por el camino; el de Pérez Reverte y el de Pérez Galdós. El priemro muy cansino, lleno de tics, palabrotas y anacronías que tienen su gracia si se trata de levantar una aburrida tarde de domingo a golpe de artículo suelto en el "Semanal XL", pero para una novela entera..., el segundo, resulta un poco viejuno por la forma de escribir y eso, pero molón. De hecho, a rebufo de su Trafalgar me leí algún otro Episodio Nacional: la cosa tiene un post, así que algún día de éstos, me lo suelto.

La imagen es enorme porque merece la pena pinchar y dedicar un rato a ver los detalles ya que cuenta muy bien cómo eran las cosas esos tiempos. En concreto, retrata el desastre de Trafalgar.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Chirly, pude ver la peli hace poquito por segunda vez, me gusta. Y hace muy poco tambien, no recuerdo donde ni como ni de que manera me topé con un documental de esos de la 2 sobre la Conquista de América en el que daban detalles espeluznantes sobre aquellos viajes.

Nada que ver con la literatura, la verdad pura y dura a través de cartas manuscritas originales. Lo que más me estremeció, no fue solo el tema de la crudeza de las enfermedades, si no el canivalismo que llegaron a practicar con los muertos, para poder sobrevivir.

Ya lo recuerdo, creo que era sobre Juan Sebastian Elcano.

Anónimo dijo...

Halaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa y lo pongo en negritaaaaaaaaaa...!!! jo, jo, jo... "canibalismo" si es que no sé porqué han puesto la V al lau de la B je, je...

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Comencé con el primero de los títulos de O'Brian hace unos meses pero me surgieron otras lecturas y lo dejé apartado. No conocía este autor ante de ver Master & Commander que es una de mis películas preferidas (la habré visto 10 veces).

Y sí, es impresionante hacerse a la idea de cómo vivían y morían esos hombres hechos de una pasta especial tan diferente de los mariblandengues que somos todos ahora.

Por cierto, de acuerdo al 100% con los comentarios sobre Cabo Trafalgar (no lo pude terminar) y Galdós.

Rocco Lampone dijo...

Sr Chirly, me recuerda usted, sin molestarse, a Monty in the Bouty, que usted ya conoce...
quien es usted, maricón o tontico?

(yo no tengo dudas, pero bueno...)

Chirly dijo...

¡AY! ¡Quién la pillara!

Chirly dijo...

Subdire, es usted alguien a quien tengo por un hombre culto e instruido.

¿Cocnocería alguna novela histórica buena, buena, que tocara algún tema español de España de ésta España nuestra que no sea sobre alguno de los múltiples desastres y grandes cagadas que pueblan nuestra historia? es por lo de enaltecer un poquito el orgullo patrio... que de éso usad sabe.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Pues mire, con todas las limitaciones, creo que le gustaría el tercer libro de El Capitán Alatriste: El sol de Breda.

Anónimo dijo...

Todo sea por reavivar el hoy maltrecho orgullo patrio. ¿Sabéis dónde perdió el brazo el Almirante Nelson?

Me permito el gusto de recordar que fue durante su infructuoso ataque a Santa Cruz de Tenerife, su ÚNICA DERROTA (1797). Defendía la Isla el General Gutiérrez.
En vez de rematarlos o hacerlos prisioneros, los gentiles canarios les rellenaron los barcos de víveres y los mandaron de vuelta derechitos a la Gran Bretaña. Esta cortesía, para mi gusto innecesaria, la purgamos después en Trafalgar, pero también nos permite regodearnos en la humillación previa de Nelson frente a las afortunadas, hoy Spanish y no English, a pesar de sus pesares.

Vamos, que podía haber sido peor la cosa.

Anónimo dijo...

En 1992, en el 5 centenario del descubrimiento de América, hicieron una reproducción de La Pinta (la Carabela que llegó con la noticia del descubrimiento del nuevo continente). Y desde entonces está en el puerto de Baiona (Pontevedra). La primera vez que entré en la carabela aluciné lo pequeña y endeble que era... que ese tipo de barco llegase así es milagroso!!