martes, 9 de noviembre de 2010

TELEOPERADOR (y fin)


Otra cosa que le hizo mucha gracia a mi colega es cuando tuvo que llamar a un cliente para una portabilidad de línea, y, al preguntar por él, le dicen que sí, que van a hacer la portabilidad pero que el titular de línea está muerto, que si pasa algo por hacerlo así.
Mi amigo lo pasa a los comerciales de Perú de nuevo para explicarles que así no se puede, que hay que hacer un cambio de línea. Devuelven la venta diciendo que ya está todo claro, llama de nuevo y responde un hombre a los datos del muerto. Lo devuelve y le contestan que no estaba muerto (estaría de parranda), y que se habían equivocado sus familiares. Kafkiano.

Otro cliente le dice a una chica que no puede realizar bien el proceso porque tiene Alzheimer elevado y no sabe qué responder. Lo pasa en incidencia a Perú, y la devuelven diciendo que se ha recuperado de repente y puede continuar, que le llamen ya. Evidentemente, no era él.

Otra de las cosas divertidas del trabajo, si es que las tiene, es la confusión de los peruanos con los términos y las ciudades españolas. Por ejemplo, Fuenlabrada lo entendieron como Zona brava, Madrid.

Otro cliente, en medio de la grabación, dice que espera que no dure mucho porque se empieza a cansar, que el de pequeño sufría de esquizofrenia y sus amigos y compañeros se metían con él y lo pasaba fatal…

Otra petición de portabilidad explicaba la dirección. Mi compañero no recordaba la población, pero sí que ponía casa Alejo, y como complemento añadían que era la casa blanca, en el callejón, al lado del bingo.

Otra verificadora al hablar con una cliente y repetirle los apellidos, le traicionó la mente y en vez de decir Cuadra, dijo Guarra.

Una clienta cometió un error gracioso. Al terminar el primer proceso mi amigo dice que deben recordar a los clientes que la vía de acceso a su línea es analógica. Se lo recuerdan a una clienta y ésta dice:, si, ya, lo sé, la vía de acceso que yo tengo es anal.

Una clienta se apellidaba Villagra, y lo gracioso del asunto es que vivía en una población de Valencia, llamada Foios.

Como remate final están los nombres y apellidos de los comerciales, realmente graciosos. Uno se ha puesto de nombre Maikol, tal y como se pronuncia Michael, pero él lo escribe Maikool. Otro se llama Hitler Lenin (no saben qué tienen o tenían sus padres en la cabeza…), otra se apellida Soplapuco (el descojone, dicen, es generalizado...)
Pero la palma se la llevan dos, uno apellidado Bocanegra, y otro Chachapollas.

Sin comentarios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaja yo estuve en una empresa en la que todas al dar nuestro nombre teníamos que decir Maria Fernández.
Claro alguna se equivocaba daba el suyo y luego decía aquello de "recuerde le volveré a llamar me llamo María Fernández" y la clienta decía "¿Comoooorrrr?".

Anónimo dijo...

Rocco, no veo nada, se ve todo en blanco!!! bueno, en azulito.
Ha apretado usted el botón de "destruir"? seré yo? quizá una maldición gitana? je, je... no veo ná.

Al Neri dijo...

O sea que mienten en los nombres. Menuda gente, como para fiarse.