miércoles, 4 de noviembre de 2009

RACIÓN INDIVIDUAL DE FELICIDAD: 5,80 EUROS


Los Vips son una especie de tienda de gasolinera con pretensiones.

Son el supermercado de la última oportunidad; la última oportunidad de comprar un juguete para tu hijo en su cumpleaños, la última oportunidad de comprar un libro de saldo, la última oportunidad de comer a las 5,40 cuando en cualquier otro lugar te escupirían sólo por entrar. Allí estaba yo aquella noche de octubre viéndolo. La cola no avanzaba. El único que atendía estaba ocupado en envolverle para regalo unos juguetes a un padre encorbatado con pinta de estar atrapando desesperadamente su última oportunidad de pillar despierto a su hijo en el día de su cumpleaños. Mientras esperaba me entretuve en darle un repaso a la joven ejecutiva que tenía justo delante; vestía un traje de raya diplomática de pata de elefante que le asomaba por la gabardina. su melena perfectamente lisa a pesar de la lluvia de fuera y sus mechas perfectas sin asomo de raíz ninguna daban a entender que era de peluquería frecuente. Muy delgada y de estatura media, sólo las ojeras que no conseguían disimular su escaso maquillaje le hacían algo de mella a su figura. De tanto fijarse en su pequeño festín me detuve a examinarlo, sólo tenia ojos para sssssu tessssoro: el Hola, un estuche de plástico que contenía la ración individual de ensalada de rúcula, tomatitos cherry, cebolla frita y algún ingrediente pretendidamente exótico más, y la estrella: la bandeja individual de Shusi a 5,80 euros. Lo aguantaba como podía apretándolo con fuerza, y no le quitaba la vista sin, en realidad, mirarlo. A mi me pareció que estaba imaginándose en casita, en su casita; en su apartamento de cuarenta metros en el Paseo de San Francisco a mil trescientos el mes, perfectamente amueblado, con bañera de hidromasaje, en pijama y con la bata puesta, después de un día trabajando duro desde muy temprano, en una importante oficina de esas que sólo hay en Madrid haciendo cosas muy importantes, de esas que solo se hacen en Madrid.

Ella había encontrado en aquél Vips su última oportunidad de tener algo de felicidad para aquél día. Buena chica, te lo has currado: ahí tienes tu huesito, que disfrutes de tu sushi a 5,80, no te damos tiempo para mucho más, pero es lo que hay.

Quien haya vivido en Madrid vestido de traje lo sabe bien. Es lo que hay.

8 comentarios:

María dijo...

Puff... qué razón tienes. Para los que somos de ciudades pequeñas, el ritmo de vida madrileño es una auténtica tortura.. Un saludo!

Al Neri dijo...

Jo, a mí me gustan mucho los Vips. Encuentro cosas muy chulas, pero son un producto del estilo de vida madrileño. Muy buen post.

El Subdirector del Banco Arús dijo...

No creo que eso sea vida. Por desgracia me tocó trabajar de Madrid de traje en el peor trabajo del mundo: programador.

Madrugar porque vivía "cerca" del trabajo en medidas madrileñas: a unos 50 minutos de metro-lata de sardinas.

Llegar a casa a las tantas con el pelo sucio, las uñas sucias y todo sucio. ¿Cómo puede haber tanta polución?

Comer de menú a toda prisa porque hay que volver a trabajar....

Vivir así no es vivir. Además, odio los vips y todos esos sitios. Me parecen comedores para ganado.

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Anónimo dijo...

Muy bueno Chirly..Madrid mola, pero da mucha cañita, y los VIPS a veces se convierten en balnearios improvisados de desconexión temporal con el medio, tu plato y tú..qué relax..lo he vivido. Crees que nadie te mira, pero allí está Chirly con su telescopio..

Es que voy con retraso, no sé cómo caí en tu post "Me´charon Droja enl colacao" ¡¡qué bueno!!!

Elena Nito

Chirly dijo...

Rocío. Madrid es una ciudad apasionante. Mi experiencia nunca fue parecida a la que describo en este post, pero se de lo que hablo, lo he visto muy de cerca y varias veces. Y la verdad es que ellas y ellos, lejos de sentirse explotados, estaban encantados de trabajar catorce horas diarias y mal comer y mal dormir durante toda la semana. La sensación de estar haciendo "cosas impoprtantísimas" le engancha que da gusto.

Neri. En realidad a mi me gustan también (¿seremos como los paletos de Valladolid a los que les entusiasma el mardonals del Equinocio?), pero hay que reconocer que son lo que son: una tienda de conveniencia de gustos más o menos refinados y un restaruante casi 24h.

Chirly dijo...

Subdire. Tú si que sabes... ¡esa es la buena vida! la del que huye del mundanal ruido.

Elena Nieto ¡Bienvenida por aquí! el de la droja es como un manrta para mi. Me se de memoria frases enteras de su absurdo parlamento y las suelto cada dos por tres... ¡en compló! ¡pa revolver!

Aprendiz dijo...

Yo sería incapaz de llevar ese ritmo de vida, no duraría ni una semana. A mí me gusta la tranquilidad.

Anónimo dijo...

Ya no vivo en Madrid y cada vez que voy no puedo evitar ir una o dos veces a comer al VIPS (lo cual no es nada complicado, porque comer fuera es lo normal en los madriles)... Y siempre pido lo mismo... que si hoy ensalada Luisiana, que si hoy hamburguesa francesa... y el quitapena: el brownie...