sábado, 5 de diciembre de 2009
EL SEÑOR BILBO ES UN SETA
Si, porque no es un tío con el que puedas hacer ningún plan imprevisto y emocionante.
- ¡Eh Bilbo! ¿y si nos vamos este fin de semana a París, que me he enterado que Jodorowsky recibe a la peña en un bar todas las semanas y nos hacemos unas risas? habrá titis.
- Eeeeee, uuuu, pues es que... me han llegado unos barriles de tabaco de la Cuaderna de Sur y yo estaba pensando en que este sábado...
En fin, que no. Es un tipo que -como a todos los hobbits- no le sacas de fumar pipa sentado a la puerta de su agujero-hobbit al caer la tarde, y de las comodidades de su casita; con sus despensas, sus dos o tres desayunos opíparos a golpe de huevos, panceta, tostadas con mantequilla, tés y mas tés... etc. Por eso, cuando aparece Gandalf por ahí con trece enanos a revolver en complot, el pobre no sabe dónde meterse, y menos cuando le dicen que él será el catorce de una expedición que consiste en ir a la madriguera de no sé qué dragón a robarle un tesoro que es de los enanos y que ¡él es el saqueador!
- ¡Amos anda, vete por ahí!
Pero no, al final Gandalf y los otros le acaban haciendo el lío y el pobre hobbit se ve envuelto en toda clase de problemas. Me hace gracia que ya puede estar a punto de ser devorado por los trols, o perdido en el fondo de la montaña plagada de trasgos, con una jauría de lobos a sus pies deseando devorarle o enfrentándose a un ejército de arañas rabiosas en lo profundo del Bosque Negro. Al tío lo que le repatea de verdad, no es que esté a punto de palmarla, si no lo "fastidioso" que le resulta todo aquello. Fastidioso por incómodo; se siente verdaderamente desgraciado y se da una pena inconsolable de sí mismo por lo mucho que le aleja todo eso del confort de su agujero-hobbit.
Esta entrada me está quedando un poco friki, lo sé, pero es que me ando estos días releyendo el Hobbit por aquello de que Peter Jackson ha puesto a Guillermo del Toro a dirigir la película que llevará el libro a la pantalla en dos entregas, parece ser. Y como me lo leí cuando tenía trece añines ya no me acordaba de casi nada y quería refrescarme. Mientras lo voy leyendo me voy dando cuenta de de que quizá por la edad con lo que lo leí, o porque soy de natural seta, el caso es que este cuento me dejó más huella de la que recordaba. Creo que fue entonces cuando me forjé la idea, bastante clara, de que cuando fuera mayor quería tener un Hogar. Es decir un lugar tranquilo, seguro y confortable, lleno de rincones agradables donde poder cocinar, leer, escuchar música, dibujar y estar tranquilito, ahí con mi pijamita y mi batita y si acaso una taza caliente de café o un buen wisky con hielo...
Ya soy mayor. Y la cosa no me ha salido exactamente como esperaba a los trece años -a mi me han crecido literalmente los enanos y enanas-, pero si que me descubro casi todos los días al levantarme cada mañana y quitarme el pijama para ir a la ducha, deseando saltarme todo lo que hay entre medias y estar ya volviendo a casa y estar ahí, con los enanos esos que me han venido a revolver la vida, en complot, y con la madre que los parió a todos.
Y lo que es peor, cualquier plan, por chulo que parezca; bien sea algo profesional, o un viaje inesperado; una quedada con amigotes o lo que sea, si me quita de estar en casita a las ocho me hace sentir terriblemente desgraciado y sólo lo disfruto a medias. Vamos, que soy un seta. Quizá no como Bilbo al final, sino más bien como Samsagaz Gamyi, pero un seta, al fin y al cabo ¡y encima me gusta!
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3 comentarios:
La verdad entiendo lo que dices, a mí me encanta estar en mi habitación, sola, tranquila, escuchando música, viendo pelis, leyendo, escribiendo...hasta estudiando. Tengo todas las comodidades que necesito y me gusta disfrutarlas sin nadie que me moleste.
Pero tiene dos cosas negativas toda esa paz de mi cuarto, primero que es un poco egoísta porque vivimos en el mundo con más gente que necesita de nuestro tiempo y compañía, y segundo que también me gusta mucho salir con las amigas y relacionarme con la gente, y quedarme sería por pura pereza.
Pero sin llegar a extremos, son cosas normales, igual que tengo una amiga que compraría el pan dos veces con tal de tener excusa para salir a la calle, a mí no me gusta salir si no es para un plan concreto.
Aprendiz: Quizá escribo esto ahora, porque estoy pasando por una racha (que ya dura casi dos meses) en la que, sobretodo por cuestiones de trabajo, me veo obligado a pasar mucho menos rato en casa del que yo quisiera y envidio es vida tranquila y sosegada que pretende para sí el señor Bilbo.
En circunstancias normales, a mi también me enrrolla salir y romper la monotonía con algún viaje o cualquier plan inesperado...
Desde que tengo mi propia madriguera, me he vuelto tan cómodo como Bilbo y como usted y cada vez me da más pereza salir de mi agujero.
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