lunes, 11 de octubre de 2010

FASCINADO SIN TELE




Voy a referirles una extraña y fascinante experiencia que me lleva aconteciendo desde hace mes y medio, más o menos: no tengo tele. Pero es más: ni tengo tele ni, últimamente, tengo intención de tenerla.

Los acontecimientos se han desarrollado de la siguiente manera: hace un mes y medio que me he cambiado de casa (es lo bueno de vivir de alquiler, cambio de casa cuando encuentro una opción mejor a precio similar). En la casa anterior la TDT venía incorporada en la señal de la antena de la comunidad, pero en la nueva no, de manera que de repente me descubrí a mí mismo con televisor pero sin televisión. El asunto tenía fácil solución de unos 30€, pero entre la vagancia, la modorra, los horarios intempestivos de mi trabajo, y que me acomodé a la nueva situación sin roce alguno, el caso es que ahora vivo sin televisión...

... Y me va fenomenal! Ceno antes (no dependo del telediario ni del horario que marcan las series), leo más (pero mucho, mucho más), voy a dormir antes, me levanto antes, hago más deporte para intentar empequeñecer los indolentes y parasitarios michelines que circundan mi esbelta figura, aprecio más la radio como compañera fiel, escucho música seleccionada, y no echo de menos, pero en absoluto, el estruendo, la fanfarria, la tendenciosidad, la imagen de luz y sonido que mostraba antes ese gran ojo gris, el cual sigue inerme y sin alma en el salón de mi casa.

Ayer, además, tuve una experiencia relacionada con este hecho. Después de comer en casa (costillar de cerdo adobado y una cerveza), me fui a tomar un café en la cafetería de debajo de mi casa, y me encontré de nuevo con una pantalla encendida (como ven, no voy muy a menudo a cafeterías, bares y similares). Mi reacción primaria fue como la de un vampiro frente a la luz del día. Me hacía daño a la vista... Podía comparar la paz de no tener televisión frente al estruendo de verme frente a ella. Es algo difícil de compartir porque hay que vivirlo.

En fin... A ver cuanto me dura.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mis horarios los marcan:
-Manny manitas.
-La casa de Mickey Mouse.
Y
-Dora la exploradora.

Entre medias juego a los trenes en la alfombra, a las torres con bloques de madera, aprendemos las letras con los bloques anteriores y reproducimos la peli de Cars con nuestras miniaturas.

Cuando termina la programación infantil estoy tan cansada que salvo que me estalle una bomba del telediario en la mesa de la cena no me entero.....¿en qué año estamos? ¿Ya funcionan bien los coches eléctricos?.

Chirly dijo...

Impresionante testimonio.

Es, junto a naufragar en una isla desierta del pacífico, una de mis fantasías más recurrentes: quedarme sin tele. Casi como lo cuenta usted, así, como sin querer... ¡y usted está viviendo mi sueño!

¿¡pero cómo se lo ha callado hasta ahora, hombre de Dios!? ¿no ve que la cosa daba para un blog dedicado? "La enigmática vida del hombre sin tele" contado día a día, tendría un valor documental impagable. Hágase cargo que usted será el único ser humano en los ústimos 30 años que goza de la ausencia de Tv en la faz de la tierra.

En fin, sólo espero que de ahora en adelante nos cuente más detalles de cómo se desenvuelve en esta nueva situación, y hasta dónde llegan los límites de la resistencia humana sin tele para una persona de nuestro tiempo.

Al Neri dijo...

Yo podría vivir sin tele, pero no sin pantalla para ver películas.

Anónimo dijo...

A mí es que todos los dias me dicen eso de... "no se vayan todavía... aún hay más" y yo.. pues me quedo, je, je...

Además, en You Tube tambien se ve el Telediario y programas varios, y películas... al fin y al cabo no está usted tan desconectado...

Anónimo dijo...

Cuando uno pasa muucho tiempo sin ver la tele (ni otras pantallas), ocurre que al principio de volver a verla que uno se marea... da la sensación de que todo está grabado por un aficionado con parkinson a lo "proyecto de bruja de Blair".

Es una situación rarísima... parece que uno está en una sala 3D.