A las 14 horas, puntales como siempre, Alex y Gonzo estaban tomando un vino en la barra del restaurante. Dimitri, habitual en él, llegó tarde, y se unió a ellos cuando ya estaban sentados a la mesa. Pidieron lo de siempre en ese local, ibéricos y rabo de toro. Para beber, Ribera del Duero. Al terminar, Montecristo y Whisky. Recordaron tiempos pasados, unos buenos y otros mejores. También los malos.
- Señores, estamos aquí por el caso del otro día, el asesinato en Madrid de la joven de 34 años. – explicó Dimitri.
- La de los pa-papp palillos en los ojjj ojjj, jooder, OJOS.
- Si, la misma. Alex, ¿estás al tanto.? - preguntó Dimitri.
- Sí, he leído la prensa.
- Bien. Existen similitudes con cierto caso que tuvimos entre manos antes de la disolución del grupo
- Dimitri, te refieres al de el asesino en serie?- preguntó Alex
- Si. Ciertos detalles que no salieron a la opinión pública volvieron a repetirse. Tengo permiso del jefe para llevaros a la escena del crimen.
- Ya…, yo no sé si quiero…- terció Alex
- Trrr-ttttranquilo, tu jefe está al ttt… tttanto de todo.
- Y no debes preocuparte, no tiene nada que ver con tu circunstancia personal. No pienses en ello ni en lo que ocurrió, simplemente es una oportunidad para cerrar esa herida.
- Vale. Está bien. Vayamos a verlo.
Cogieron un taxi hasta el hotel Palace, y subieron a la habitación donde ocurrió todo. Antes de entrar llamaron de la central a Gonzo. Bajó al vestíbulo para hablar por teléfono. Alex pensó que era gracioso que eligieran como enlace a Gonzo, con sus problemas de expresión. Dimitri le explicó que así le quitaban presión al asunto, y no lo convertían en un mueble más.
Examinaron la habitación, precintada y con los objetos, una vez analizados, vueltos a poner en su sitio para dejar todo tal y como estaba cuando lo encontraron. Lo que andaban buscando se encontraba en el baño, marcado por escuadras amarillas en el suelo: la huella de una pisada.
Era un 42, algo normal en un varón. Pero la huella de la suela presentaba unos dibujos singulares, poco vistos generalmente en los zapatos normales. La huella estaba en el baño, y se habría producido por la condensación del vapor al ducharse con agua caliente durante un buen rato. Esa condensación, de manera común, se depositaba en espejos y cromados, pero también en los azulejos del suelo, donde era muy fácil dejar una huella sin pretenderlo.
Al lado de esa huella, algo extraño: una pequeña pieza metálica dentro de una bolsita de plástico.
- Y ¿esto qué es? – preguntó Alex.
- Una parte del zapato, creemos. – contestó el policía de guardia.
- ¿Puedo llevármelo? Conozco una persona que podrá aclararnos un poco de dónde proviene.
- Señor, con el debido respeto, no sé si puedo…- comenzó a excusarse el agente…
- Agente, soy Dimitri, oficial al mando de la investigación. Éste que ve aquí es Alex, antiguo oficial de la misma sección. Va a entrar en el caso. Podemos llevárnoslo.
- Claro señor. Disculpe, sólo pretendía…, pero rellenen el formulario y entréguenselo a García, ¿de acuerdo?
- Por supuesto. Ven, Alex, volvamos a comisaría.
Mientras iban a la comisaría, Alex llamó a un viejo contacto. Le indicó a Dimitri que se desviara un momento y que parara en la acera. Entró en una vieja tienda de antigüedades. Salió poco después, con la plaquita metálica de la mano.
- Es Rutenio. Un elemento químico de número atómico 44. Símbolo RU. Es un metal de transición, del grupo del platino. – explicó Alex.
- ¿Sirve para algo?
- El rutenio no desempeña ningún papel biológico, pero puede ser carcinógeno y se puede acumular en los huesos. Habrá que llamar a hospitales y a Louis Vuitton.
- ¿Para?
- Este rutenio pertenece a un zapato de esa marca, concretamente a los Richelieu-Manhattan de piel de cocodrilo encerada.
- ¿Cocodrilo?- preguntó Dimitri.
- Si. 10.000 dólares el par, unos siete mil cuatrocientos euros al cambio.
- Fiiu. No habrá mucha gente que los compre.
- Si cruzamos la lista con la de medicamentos contra el cáncer igual alguno coincide…
García era un tipo taciturno, el encargado del archivo de objetos de los casos en curso. Les entregó lo encontrado en el Palace. De todas las cosas sobresalía una nota, a ordenador, que parecía no tener mucho sentido:
Mientes al hablar
Intentas superar
Esperas obtener perdón
Duele recordar?
O prefieres ignorar?
Al final pagarás
Lento y seguro
El hombre enfurecido no tiene ojos
Satisface la deuda eterna
Purifica tu culpa
Encuentra la verdad
Junta tus plegarias
Olvida las penas
- No le veo sentido. ¿A ti te dice algo, Alex?
- Ya lo creo. Junta las iniciales.
- ¿Las iniciales?, A ver, espera…
MIEDO AL ESPEJO?
- MIEDO AL ESPEJO. Esa nota es para mí, Dimitri.
- Por dios, ¿sigues teniendo pesadillas?
- Todos los días. Y no sé cómo, pero ese cabrón lo sabe.
- Señores, estamos aquí por el caso del otro día, el asesinato en Madrid de la joven de 34 años. – explicó Dimitri.
- La de los pa-papp palillos en los ojjj ojjj, jooder, OJOS.
- Si, la misma. Alex, ¿estás al tanto.? - preguntó Dimitri.
- Sí, he leído la prensa.
- Bien. Existen similitudes con cierto caso que tuvimos entre manos antes de la disolución del grupo
- Dimitri, te refieres al de el asesino en serie?- preguntó Alex
- Si. Ciertos detalles que no salieron a la opinión pública volvieron a repetirse. Tengo permiso del jefe para llevaros a la escena del crimen.
- Ya…, yo no sé si quiero…- terció Alex
- Trrr-ttttranquilo, tu jefe está al ttt… tttanto de todo.
- Y no debes preocuparte, no tiene nada que ver con tu circunstancia personal. No pienses en ello ni en lo que ocurrió, simplemente es una oportunidad para cerrar esa herida.
- Vale. Está bien. Vayamos a verlo.
Cogieron un taxi hasta el hotel Palace, y subieron a la habitación donde ocurrió todo. Antes de entrar llamaron de la central a Gonzo. Bajó al vestíbulo para hablar por teléfono. Alex pensó que era gracioso que eligieran como enlace a Gonzo, con sus problemas de expresión. Dimitri le explicó que así le quitaban presión al asunto, y no lo convertían en un mueble más.
Examinaron la habitación, precintada y con los objetos, una vez analizados, vueltos a poner en su sitio para dejar todo tal y como estaba cuando lo encontraron. Lo que andaban buscando se encontraba en el baño, marcado por escuadras amarillas en el suelo: la huella de una pisada.
Era un 42, algo normal en un varón. Pero la huella de la suela presentaba unos dibujos singulares, poco vistos generalmente en los zapatos normales. La huella estaba en el baño, y se habría producido por la condensación del vapor al ducharse con agua caliente durante un buen rato. Esa condensación, de manera común, se depositaba en espejos y cromados, pero también en los azulejos del suelo, donde era muy fácil dejar una huella sin pretenderlo.
Al lado de esa huella, algo extraño: una pequeña pieza metálica dentro de una bolsita de plástico.
- Y ¿esto qué es? – preguntó Alex.
- Una parte del zapato, creemos. – contestó el policía de guardia.
- ¿Puedo llevármelo? Conozco una persona que podrá aclararnos un poco de dónde proviene.
- Señor, con el debido respeto, no sé si puedo…- comenzó a excusarse el agente…
- Agente, soy Dimitri, oficial al mando de la investigación. Éste que ve aquí es Alex, antiguo oficial de la misma sección. Va a entrar en el caso. Podemos llevárnoslo.
- Claro señor. Disculpe, sólo pretendía…, pero rellenen el formulario y entréguenselo a García, ¿de acuerdo?
- Por supuesto. Ven, Alex, volvamos a comisaría.
Mientras iban a la comisaría, Alex llamó a un viejo contacto. Le indicó a Dimitri que se desviara un momento y que parara en la acera. Entró en una vieja tienda de antigüedades. Salió poco después, con la plaquita metálica de la mano.
- Es Rutenio. Un elemento químico de número atómico 44. Símbolo RU. Es un metal de transición, del grupo del platino. – explicó Alex.
- ¿Sirve para algo?
- El rutenio no desempeña ningún papel biológico, pero puede ser carcinógeno y se puede acumular en los huesos. Habrá que llamar a hospitales y a Louis Vuitton.
- ¿Para?
- Este rutenio pertenece a un zapato de esa marca, concretamente a los Richelieu-Manhattan de piel de cocodrilo encerada.
- ¿Cocodrilo?- preguntó Dimitri.
- Si. 10.000 dólares el par, unos siete mil cuatrocientos euros al cambio.
- Fiiu. No habrá mucha gente que los compre.
- Si cruzamos la lista con la de medicamentos contra el cáncer igual alguno coincide…
García era un tipo taciturno, el encargado del archivo de objetos de los casos en curso. Les entregó lo encontrado en el Palace. De todas las cosas sobresalía una nota, a ordenador, que parecía no tener mucho sentido:
Mientes al hablar
Intentas superar
Esperas obtener perdón
Duele recordar?
O prefieres ignorar?
Al final pagarás
Lento y seguro
El hombre enfurecido no tiene ojos
Satisface la deuda eterna
Purifica tu culpa
Encuentra la verdad
Junta tus plegarias
Olvida las penas
- No le veo sentido. ¿A ti te dice algo, Alex?
- Ya lo creo. Junta las iniciales.
- ¿Las iniciales?, A ver, espera…
MIEDO AL ESPEJO?
- MIEDO AL ESPEJO. Esa nota es para mí, Dimitri.
- Por dios, ¿sigues teniendo pesadillas?
- Todos los días. Y no sé cómo, pero ese cabrón lo sabe.
5 comentarios:
Me encanta Rocco, se pone muy interesante el tema.
Genial el juego de palabras, me recuerda "El Ocho".
Gracias, sita Marian.
Seguiremos informando...
Toy enganchaita.... mecarcome la curiosidad de qué pasa con los espejos... espejos tapados,espejos vueltos...
Algunas piezas ya nos las va encajando... otras continuan en el aire...
Por cierto, felices pascuas!!
sandra (no sé qué pasa que no puedo acceder a mi cuenta de blogger desde aquí... en fin...)
Tengo noticias de Chirly
http://www.youtube.com/watch?v=AcE9zjxNCVo
Esto es ya como un serial.
Me alegro de su retorno, Lampone, que los veía a usted y al señor Chirly muy alejados de los mundos blogueros.
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