sábado, 12 de septiembre de 2009

ENFERMOS IRRESPONSABLES

Existe una corriente en psiquiatría que consiste -muy a groso modo y contado a bulto- en dejarse de tanta chorrada y llamar a las cosas por su nombre y por lo tanto tratarlas como realmente deben tratarse y no a golpe de pastillazas. Así, la depresión de hoy es lo que desde los primeros filósofos se denominaba melancolía.

Uno de los impulsores de esta corriente, José María Álvarez, dijo a este respecto en cierta ocasión: "Ha triunfado la depresión porque han triunfado los medicamentos. La gente habla de tristeza hasta principios del XX cuando comienza a asimilarse la tristeza con una enfermedad. Hay una tendencia a medicalizar, a convertir en enfermedades todos los sentimientos, pasiones y afecciones. Si está triste, está enfermo no está capacitado para trabajar, para atender a su familia. Así creas sujetos irresponsables, que no se hacen cargo de su sufrimiento."

Conozco muchas personas que en el transucrso de una mala racha, llevados por la apatía y la tristeza que les invade, se abandonan. Es entonces cuando caen en la cuenta y dicen:

- ¡EA, ESTOY DEPRIMIDO! luz verde entonces para abandonar todas mis responasbilidades; mi trabajo, mi familia, mi casa... no hay horarios, no hay deberes, no hay obligaciones, no hay nada. ¡esto es jauja!

Y no digo nada si encima hay prozac de por medio... por supuesto que el sujeto que se vea en estas no es feliz. ¡Claro que sufre! pero también hay un cierto regodearse en ese nihilismo; en la autocompasión y en la pereza que siempre da en la vida plantarle cara a las cosas importantes, especialmente si ello implica abandonar de una manera más o menos definitva una forma de vida que, por otra parte, quizá ya haya empezado a cambiar en el origen de esa depresión.

De hecho, el depresivo es reincidente de la misma manera que la vida es reincidente en eso de ponerse cuesta arriba de vez en cuando. La diferencia es que al que ya le han diagnosticado una vez eso de la depresión, no duda en subirse de nuevo a ese carro en cuanto las ve venir mal dadas. Es un poco lo del avestruz que entierra la cabeza ante el peligro.

7 comentarios:

El Subdirector del Banco Arús dijo...

Bueno, sí es cierto que hay personas -y más hoy en día en el mundo de algodones- que todo lo que les pasa lo convierte en una enfermedad o un síndrome: que me jode volver al tajo tras las vacaciones, es que tengo un síndrome (pesaditos en Antena 3 con el tema); que tengo un niño cabroncete y guerrero, es que es hiperactivo (luego el niño se aplica el cuento y manga ancha para hacer lo que salga); que estoy más salido que el pico de una plancha, es que soy un adicto al sexo. Y así con las compras y cualquier idiotez que le pase a Matías Prat por la cabeza.

Creo que, al final, es para vender "terapias". risoterapia, aromaterapia, vinoterapia, chocolaterapia y giliterapias varias. Ah! Y para que, además de los periodistas, los psicólogos (¡¡qué grandes carreras y qué genios cursándolas!!!) puedan ganarse el pan.

Otra cosa es un depresión seria, mucho más profundo que la melancolía o la tristeza. Cuando estas últimas toman tintes dramáticos. Hay gente que se suicida o acaba de facto con su vida (familia, amistades, trabajo...) por esta situación. Además, hay causas también biológicas de las mismas.

Otra cosa es estar triste o de mala leche y decir que tienes depresión.

Al Neri dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Al Neri dijo...

La depresión existe como enfermedad y puede anular a una persona, incapacitarla para cumplir sus obligaciones.

Pero es cierto que hay mucha gente floja, blandita, que con la excusa de la melancolía se rinde y deja de estudiar, de trabajar y de hacer todas las cosas que cuestan. Porque me acuerdo de un compañero de facultad que decía estar deprimido y no se presentó a los exámenes aquel año, pero para estar todo el día por ahí de cafés y cañitas, tocándose los huevos, sí que tenía fuerzas el hijoputa.

Hay que estar a cada caso. En general yo desconfío de las personas depresivas. Sea por su culpa (cuentitis) o por enfermedad, la verdad es que son bastante inútiles y cansinas. Para mí que tiene mucho que ver con la autoestima, que la tienen por los suelos. Además el que es "melancólico" lo es para todo: hoy está hundido por suspender las oposiciones, mañana porque le deja fulanita, al otro porque no encuentra trabajo... Todos tenemos problemas y lo único que nos faltaba es abandonarnos a la pena e incumplir nuestros deberes. Cuando te hagas una herida, hala, al rincón un minuto a lamértela un poco y a seguir trabajando y peleando, que no hay tiempo que perder.

María dijo...

Uff, una depresión es una cosa muy seria, que no se elige, Chirly. Y cuando uno está en ese agujero, es muy difícil salir... casi imposible. Las pastillas son necesarias porque en la enfermedad hay desajustes bioquímicos (neurotransmisores, hormonas...).

Otra cosa es el estado de ánimo depresivo o la distimia... esa flojera continua que presentan algunas personas.

Y luego están los tontos... que te dicen "me cogí unas depresiones tremendas" (así, en plural)... Éstos sí que son irresponsables. Si me apuras los segundos un poco. Los primeros, nunca.

hitlodeo dijo...

Hola Chirly:
Lo que tú llamas depresión, es como dices melancolía, o estado de ánimo bajo.
Una depresión, es una enfermedad que no deja razonar a quien la padece, ni le deja ver la salida por sencilla que esta sea.
Otra cosa es que hablemos de la depresión postvacacional, y chorradas de ese tipo que no tienen nada de depresión, o de los cuentistas que se aprovechan de ella.
La depresión verdadera puede llevar al suicidio, o a la locura.
Un saludo

Chirly dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios. Aunque me temo que en mi deseo de no soltar un rollo pseudo-médico del que, además, entiendo lo que entiendo, igual me he quedado demasiado corto y he tratado muy superficialmente un tema que es profundo. Antes de nada debo aclarar que la corriente a la que aludo cuenta entre sus impulsores a médicos de cierto prestigio como el director del hospital psiquiátrico de Valladolid, Fernando Colina. Y que dicha corriente no se aboga por suprimir el tratamiento químico en aras de otras terapias, ni cargar de toda responsabilidad al paciente en su dolencia mental. Tampoco se ciñe únicamente a la depresión. Mas bien trata de examinar y analizar la evolución de la medicina en todas las patologías mentales incluidas algunas tan serias como la psicosis o la esquizofrenia, denunciando que en todas ellas existe un grado de responsabilidad del paciente sobre sí mismo y su enfermedad al que en en el transcurso del último siglo se ha renunciado a apelar. Hablan de la depresión porque quizá es el mal que está más a pie de calle. y lo que dicen es que por muy grave que ésta sea, nunca anula completamente al individuo que la padece. Siempre existe un espacio de responsabilidad al que éste debe apelar para junto con otros tratamientos salir adelante y recuperar la normalidad.

Por lo demás coincido plenamente tanto con Neri como con Rocío en lo cansinos y desmoralizantes que resultan esas personas que, mas que deprimidas, son deprimentes... Pero aun así, cuidado. No creo que sea fácil vivir con esa flojera encima. Al final esa gente acaba deprimida de verdad.

María dijo...

Por supuesto que el estado de ánimo depresivo puede acabar en una depresión grave. De hecho se lo llama también depresión leve... porque no cumple todos los requisitos de una depresión en toda regla.

Es un tema delicado, efectivamente.

Y yo estoy de acuerdo en que el tratamiento sea menos "sustancia-dependiente"... pero hay casos que no tienen solución de otra manera. A veces ni por esas.

Un saludo!